viernes, 11 de septiembre de 2020

Este 11 de septiembre recordamos al Dr. Gregorio Álvarez

Historia de un MAESTRO...
de quien orgullosamente 
nuestra biblioteca lleva su nombre

Gregorio Álvarez, Don Goyo para sus Amigos, nació el 28 de noviembre de 1889 en un paraje ubicado en el Departamento Ñorquín que se conoce como “La Y”, lugar en el que dos pequeños saltos de agua dibujan en la piedra la figura de esa letra, en el entonces Territorio Nacional de Neuquén

       Realizó sus estudios primarios en Chos Malal, en la Escuelita 15 que siempre recordaba con cariño. En 1904 recibió una beca del gobierno Nacional y se traslada a Buenos Aires para continuar sus estudios primarios, al finalizar este ciclo ingresa a la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta donde se recibió de Maestro Normal Nacional siendo el primer maestro neuquino y patagónico.

Su vocación científica y su amor por la niñez lo llevaron a seguir la carrera de Medicina. Pudo estudiar gracias a una beca que le tramitaron sus profesores y el Decano de la Facultad. Mientras cursaba la carrera universitaria trabaja como Maestro.

Fue un alumno destacado por su aplicación y dedicación, su tenacidad lo llevó a diplomarse el 8 de noviembre de 1919 siendo el primer médico nativo de Neuquén y de la Patagonia.

Realizó su carrera médica en el Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez de Buenos Aires donde fue jefe del Servicio de Dermatología. Se perfeccionó en enfermedades de la piel y en Pediatría, especialidades que amplió con estudios realizados en el Hospital San Luis de París, Francia, y cursos de perfeccionamiento en Suiza y centros médicos de Estados Unidos. Presentó más de 100 trabajos relacionados con la Dermatología, Pediatría y el Termalismo.

Se volcó siempre a la investigación pensando en sanar las dolencias de sus pacientes, era común escuchar en él el siguiente comentario: "Mi vida transcurrió en los hospitales, bibliotecas, en los museos. Pasó no más. Tal vez pueda arrepentirme de no haber ido nunca a una cancha de fútbol. Pero estoy satisfecho porque aún hoy la gente viene a verme, porque tengo fuerzas para seguir investigando y porque sé que alguien va a recoger todo lo que yo he sembrado en estos años".

Radicado en Buenos Aires nunca perdió la esencia que lo destacaba como neuquino, allí creó La Casa Neuqueniana, y comenzó a publicar Neuquenia colección formada por 28 números editados entre 1950-1956.

Investigó los poderes curativos de las fuentes termales de Copahue y de las algas del Domuyo. Tuvo participación y fue consultor del Gobierno para la creación del Complejo Termal de Copahue.

En los meses de verano viajaba periódicamente al norte neuquino, hasta el pie del Volcán Domuyo, donde recogía año tras año las famosas algas que generosamente aplicaba en diferentes dolencias a sus innumerables pacientes procedentes de todas partes del país, dando un hermoso ejemplo de energía y amor a la ciencia y a la humanidad con su incansable vitalidad.

Paralelamente al quehacer científico desarrolló su labor como estudioso de las más variadas disciplinas sobre su provincia natal, y en forma incansable se brindó a la tarea de hacer conocer su tierra neuqueniana en todos sus aspectos.

Su mayor legado es la colección en seis tomos “NEUQUÉN, historia geografía y toponimia”, obra de la cual donó los derechos de autor a la Provincia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario